28 de enero de 2011

La dama blanca y azul.


 - Autor Pintura: Oscar Lopez Guerra -
" Vigía Nocturno "

Hubo una vez, hace ya más de cien años, que una delicada dama blanca de preciosos ojos de color miel quedó cautiva y privada de libertad en una torre por los celos de su malvado marido. Y cierta razón tenía el marido, pues la dama estaba totalmente enamorada de un joven – representado por una flor echada a sus pies – al que desde entonces, no volvió a ver jamás.
Así transcurrieron años de encierro, y la dama sollozaba todas las noches rogándole a la luna blanca y azul, como ella, que le concediera el deseo de recuperar su libertad soñando que la convirtiera, aunque fuera a su muerte, en el mayor símbolo de libertad que se le ocurrió, esto es, un fabuloso caballo blanco y azulado y de este modo vagar libre y poderosa durante toda la eternidad.
Así pasó el resto de las noches de su vida, llorando, deseando y soñando.

Hasta el día de su muerte.

Todo aquello sucedió en una pequeña aldea en lo que lo cotidiano era el trabajo campesino, rural, y los años transcurrieron – mas de cien – en aquel lugar transmitiéndose la historia de la dama blanca, de abuelos a nietos.
Y esto es lo que hacia en ese momento de descanso de las labores, el anciano campesino, relatándole a su nieta la leyenda de la triste dama blanca de ojos caramelo;
Y de cómo murió de pena, sin su amor, encerrada en aquel oscuro torreón.

La nieta, en su infante ignorancia, le preguntó al anciano si la luna llegó a concederle aquel deseo a la dama; El abuelo, conmovido de su inocencia, le contestó que si,
pero que no la convirtió en un caballo blanco, ya que la condición de la luna es la nocturnidad y apiadándose de la dama le regalo un espíritu, que como el de la luna y el de ella, seria por siempre nocturno:

El de un lobo… Un gran lobo blanco y azul, de lindos ojos color miel.

Y aunque, le contaba el anciano, solo se le puede ver cuando es tan tarde que los niños ya hace horas que están durmiendo, muchos mayores dicen haberlo visto transitar la noche, aullando a la luna llena con una llamada salvaje, que unos dicen que es por el amor que perdió, otros por agradecimiento eterno...pero lo que si es seguro es que, desde hace mas de cien años, vaga libre por aquellas tierras.




gm2011

19 de enero de 2011

LLUVIA


Todo el esfuerzo consiste en mantenerme de pie, erguido.
Miro hacia arriba y mi visión se hace circular, contra las nubes grises
que se desangran en transparente.

Cierro los ojos.

Recibo la frescura de las lágrimas del clima en todo mi cuerpo,
notando, en cada centímetro de mi, sus caricias.
Pequeñas salpicaduras, que como pequeñas lenguas, recorren mi extensión
haciendo de mi piel una experiencia húmeda, nueva.

En mis oídos el repiqueteo es constante, suave y envolvente.
Es la voz de las nubes que me hablan en su idioma sempiterno,
antiguo en su conjunto, pero una palabra nueva en cada gota.

Alzo los brazos y mis palmas miran al cielo en sustitución de mis ojos.
Por medio de ellas, mi cuerpo se fusiona en un todo surgiendo desde el interior,
haciéndome parte viva del ambiente.

Muevo acariciadores los dedos de mis pies, que están semi hundidos
en la frescura arremolinada y viva de un charco, que borbota, crepita y cambia de forma mientras mi boca, ahora abierta, recibe el sabor de la tierra en su estado mas puro:
El agua.


Todo mi cuerpo ha respondido a la llamada primigenia
y hoy, al fin, le ha contestado con el mismo idioma de la lluvia.



gm2008



13 de enero de 2011

FICCIONARIO -G-


El amanecer la descubrió con las alas mojadas y abiertas, encima de la boya.

Había pasado la noche en altamar, al reflujo salobre de la intemperie y ahora se encontraba entumecida y hastiada. Un solo pescado fue toda su compañía y sustento, pero ni siquiera le dio un picotazo. A la vista se le hacia insípido, inconsistente.

Muchas veces pensó en no volver a la costa, esa que la acogía sin preguntas, pero también sin respuestas y, al contrario que anoche, nunca se decidió a esperar tanto tiempo.
Parecía que algo había cambiado de verdad en su indecisión, pero en el fondo sentía que una vez las alas secas echaría a volar de nuevo en busca del protector refugio.

¡Cuantas noches se arrulló en la orilla mansa! junto a la resaca fláccida de las olas, acurrucada como un blanco papel sobre la morena arena, mirando a lo lejos el penumbroso horizonte, aquella línea mágica que parecía atraerla peligrosamente pero que, al tiempo, la sabía inevitable destino.

Pero era salir el sol e invariablemente volver a la seguridad del agujero en la roca…
Fueron tantas noches… ¡Tantas…! se sintió tan cobarde…

Pero en su defensa, era un miedo racional. Era probable que una vez alzara el vuelo hacia la fatídica línea, no tuviera oportunidad de regreso. Pero, en realidad, no era ese su autentico temor.
El verdadero, era no llegar.

Quedarse atrás de sus compañeras, ver como se alejaban de ella sin contemplaciones...…No poder descubrir los secretos que guardaba aquella misteriosa división entre el mar y el cielo, que hacia que sus vecinas volvieran una y otra vez pertinazmente cada amanecer, era algo que la obsesionaba y la trastornaba…

Faltaba poco para que el sol despuntara.

En breve, las vería planear por encima de su testa dirigiéndose al ansiado destino.
¿Y ella que haría?... ¿Quedárselas mirando como cada mañana?
No.
No, no, no.
Hoy no iba ser un día más. Hoy iba a ser “EL DIA”.

Se sacudió los últimos restos de agua salada de las puntas y miró decidida al cielo.

Con los primeros y tibios rayos las vio pasar en estrecha formación, ordenadas, aparejadas.
Sus largas patas titubearon. Sus alas le transmitían un temblor hasta hoy desconocido. Su corazón latía con la fuerza desenfrenada que genera la emoción y el miedo.
Pero ya estaba decidido.

Alzó el vuelo y sus aparatosas alas la dirigían velozmente hacia las últimas gaviotas del grupo.
Se sentía poderosa, valiente y con fuerzas, aunque en el fondo tenia la certeza de no finalizar el viaje.
Se aproximó y se colocó en paralelo, ante la mirada asombrada de las otras aves.

Ser una garza entre gaviotas, no era lo común…pero le daba igual.

Iba a realizar, por fin, su sueño.



- Garza -



gm2011



4 de enero de 2011

FICCIONARIO -E-




No habría más de 20º grados bajo cero, pero con la ventisca la sensación de frío era muy superior.

En el ártico no podría considerarse ésta una temperatura extrema, es más, se diría que era lo suficientemente “cálida” como para hacer incómoda la obligación de llevar todas las ropas con las que Nika se protegía;
Pero las condiciones climatológicas cambiaban tan de repente, que era aconsejable no deshacerse nunca del abrigo. Por si acaso.

No era correcto decir que estaba amaneciendo, porque hacia ya cuatro meses que permanecía la misma luz, pero realmente así era; El reloj biológico del esquimal se lo hacia saber aliado con su estómago, que le solicitaba el desayuno con una amplia gama de sonidos.
Acababa de despertarse y, plantado delante del tosco mamotreto de hielo que le había servido de refugio en las horas de sueño, miraba a la lejanía desperezándose mientras olisqueaba el aire.

En aquella inmensidad, era bien sencillo sentir de pleno la soledad, que pesaba tanto que era casi tangible, y aún más cuando únicamente se estaba acompañado por los lastimeros aullidos de los perros de un trineo;
Para un esquimal, esto era tan desalentador como si otra persona oyera rugir el motor de su vehiculo y se pretendiera que eso le sirviera de compañía.
Desde que murió su padre, al que siempre acompañaba y debía todo lo que sabia, salía a cazar solo y evitaba vehementemente la compañía de otros cazadores.
Se había convertido en un hombre solitario y se aplicaba una máxima que su padre le decía siempre:

“La peor soledad no es la ausencia de muchos afuera, sino la ausencia de uno mismo dentro”

…y desde el día que él falleció, Nika entendía perfectamente los significados de aquellas palabras.

Con su hornillo portátil deshizo un puñado de nieve en la taza y, al rato, un café denso y humeante le reconfortaba, mientras lo acompañaba con pequeños trozos desecados de grasa de foca.
Se sintió mucho mejor.

Nika no era el arquetipo de esquimal que todo el mundo supone.
De hecho, apenas quedan algunos cazadores esquimales a la antigua usanza ya que van desapareciendo por una mera cuestión de comodidad. Él era ya un cazador moderno, equipado con toda clase de utensilios de última tecnología. De éste modo, se aseguraba que volvería con vida después de cada incursión.
Únicamente mantenía su antiguo trineo de perros, en vez de utilizar una moderna motonieve, porque era el método más silencioso de transportarse por aquellas planicies.
Odiaba el desagradable ruido de aquellas maquinas, que por otro lado, espantaban a cualquier pieza de caza en kilómetros a la redonda.

Recogió sus cosas, que cabían todas en una pequeña mochila elaborada con basto cuero y que llevaba acoplada a la trasera de su grueso abrigo de piel; Cargó su rifle y se dispuso a comenzar la jornada.
El refugio se quedó como estaba. Una vez construido era costumbre dejar los refugios de hielo para cualquier otro cazador que estuviera por la zona.
No era una cuestión de amabilidad, si no más bien de pura supervivencia.

Comprobó las coordenadas de su GPS y al sonido del chasquido del látigo, los perros comenzaron a tirar del trineo en la dirección que les ordenaba, como si dependieran sus vidas de ello.

Llevaba algunas horas de rutinaria travesía cuando a lo lejos, contrastando con la inmensidad blanca, le pareció divisar unas manchas negras. Detuvo el trineo de inmediato y tumbándose en la nieve, sacó sus prismáticos del zurrón disponiéndose a identificar a los bultos.
No cabía duda.
Se trataba del motivo por el cual estaba desplazándose por aquel desierto blanco:
Un nutrido grupo de focas árticas de precioso pelaje negro, que habían salido por sus escapaderos a tomar una ración del escaso sol glaciar.
Las focas están dotadas de un sentido de la vista y del olfato muy superior al de otros animales, incluidos los perros que le acompañaban, y de hecho, si no fuera porque aún se encontraba a un par de kilómetros, ya los habrían detectado y evidentemente huido por los agujeros practicados en el hielo, que les facilitaban un desplazamiento rápido a mar abierto.

La distancia, como dije, era considerable, así que Nika podía trabajar con relativa tranquilidad.
Desmontó pacientemente parte del utillaje que llevaba en el trineo; Un parapeto de lona blanca envergada con palos de aluminio que, al desplegarla, formaba un cuadrado lo suficientemente amplio como para ocultar por completo el voluminoso cuerpo del hombre.
En el centro de la tela, que a la vista pareciera un gran escudo blanco, se había practicado un corte preciso para poder mirar y sacar el cañón del rifle que, por supuesto, también era blanco en su totalidad.

Todo este aparato era con el evidente fin de poder acercarse a los animales hasta una distancia aproximada de unos 100 metros para propiciar que el tiro fuera certero, ya que a la minima oportunidad, estos escaparían.
Aún con el camuflaje, efectuar un disparo a esa distancia sobre la nieve, con ventisca y que fuera efectivo, era una hazaña más que razonable y muestra palpable de la gran habilidad de Nika.

Al cabo un par de horas de lento acercamiento, el hombre se encontraba correctamente parapetado detrás de la lona en la distancia requerida y ubicaba, perfectamente, a dos machos adultos en la mira telescópica del rifle.
Apuntó con cuidado al primero de los ejemplares y apretó el gatillo.
El sonido del disparo era inaudible para los animales desde donde estaban, ya que el silenciador del arma se ocupaba de reducirlo casi en su totalidad.
El tiro fue tan preciso que el animal, una vez alcanzado, apenas se desplazó del sitio y murió en pocos segundos. Nika apuntó de nuevo, pero esta vez al segundo ejemplar y realizó el mismo proceso.
En menos de un minuto había acertado a las dos piezas sin que el resto de focas de alrededor se percataran de lo sucedido.

El esquimal salio de su escondite y tranquilamente se encaminó hacia la lejana boca del respiradero donde había dejado inertes a los dos machos. Apenas había caminado unos pasos al descubierto, cuando el resto de focas lo detectaron y huyeron rápidamente; En pocos segundos no quedó ningún animal vivo en la superficie.

Se encontraba aproximadamente a 120 metros de los animales, pero desplazarse por el hielo nunca era tarea fácil aun yendo bien pertrechado, así que tardó algunos minutos en acercarse.
A escasos 10 metros de la caza oyó en la lejanía el ladrar intranquilo de los perros, que permanecían atados junto al trineo. Se giró a mirar y nervioso, amartilló de nuevo el rifle.
Los perros solo advertían de ese modo cuando un peligro o un extraño se encontraban en los alrededores y aunque agudizó la vista, que se dificultaba por la ventisca, no divisó nada anómalo en las cercanías del trineo.

Solo nieve y más nieve.

Se quedó algunos minutos inmóvil en la posición, en guardia y alerta; Escuchando...observando…
Sintió de pronto una extraña sensación, como de una repentina electricidad estática y su vello se le erizó por todo el cuerpo.
Se quedó extrañado…

Pero nada.
Allí, no había nada que ver. La soledad seguía siendo absoluta.

El ulular del fuerte viento era tan imponente que dudó por un momento si había oído verdaderamente a sus perros; Pero de inmediato, se convenció de que sus sentidos no le engañaron:
No había hecho más que girarse para continuar acercándose a cobrar sus piezas, cuando recibió un golpe tan fuerte en el rostro que hasta le pareció ver relámpagos delante de sus ojos.

Cayó violentamente hacia atrás impulsado por el impacto y comenzó a sangrar profusamente por nariz y boca. Por un segundo casi perdió la consciencia y aún aturdido se percató de dos circunstancias, a cual de ellas más peligrosas:

La primera, era que justo delante de él y alzado sobre sus dos enormes patas traseras, se erguía el autor de sus lesiones; Un tremendo oso polar, que ahora le enseñaba amenazadoramente las fauces.
La segunda era que, debido al terrible impacto recibido, su rifle se encontraba a varios metros fuera de su alcance.

Durante unos interminables segundos el oso rugió mientras mantenía sus ojos inyectados en sangre, fijos en él…
El bramido de la fenomenal bestia fue suficiente para sacar de inmediato a Nika de su aturdimiento y desplazándose lo más rápido que pudo, casi nadando atropelladamente por encima de la nieve, logró alcanzar su arma.

Sentado sobre el hielo, se acomodó velozmente el rifle al hombro y apuntó hacia el cuerpo del temible animal, dispuesto a disparar en cuanto hiciera la más mínima mención de acercársele…
Sus nervios, de normal templados, se le rebelaron haciéndole temblar de pies a cabeza como si fuera una marioneta de hilos.

El oso, en cambio, pareció tranquilizarse de pronto.
Dejó de mostrarle los dientes y se acomodó a su posición natural a cuatro patas y relajadamente, como si hubiera dejado de importarle el asustado hombre, giró la cabeza y miró a las focas que yacían abatidas.
Unos segundos después volvió a mirar a Nika, que ya se había incorporado y que estaba retrocediendo con pasos cortos sin perderle la cara, muy lentamente.

Nika tenia su dedo incide presionando levemente el gatillo, a pocos milímetros de producir la detonación del arma… Pero se contuvo.
Comprendió que el animal solo había pretendido intimidarle para poder capturar alguna de las focas muertas. El único inconveniente que había entre su hambre y la comida, era él.

Así pensaría el oso… y así lo entendió Nika.

Confirmó esto último cuando después de retroceder hasta ponerse a una distancia prudencial, el oso no intentó avanzar hacia él, permaneciendo estático en la posición y guardando la separación con su enorme cuerpo, entre el hombre y el alimento…
Nika, salvaguardado por los metros de distanciamiento que había conseguido obtener se tranquilizó.
Se sentó en el suelo y colocó el arma reposada encima de sus piernas…

En su cultura, el oso era un animal sagrado y se sobreentendía que tenía el mismo derecho a supervivir que los hombres en aquellas áridas y difíciles latitudes.
El esquimal pensó que si el fenomenal animal hubiera tenido intención de matarlo, lo habría conseguido muy fácilmente…El hecho de que aún estuviera vivo era, sin duda, por que aquella bestia no había tenido intención de hacerlo si no que tan solo, tenía hambre.

No había ya ningún motivo razonable para abrir fuego.

Se dispuso, aceptándolo de buen grado, a esperar a que el oso saciara su apetito… y si no le dejaba nada, bueno, siempre habría más focas en las cercanías…

En esta circunstancia, vio como el enorme animal, que observaba impasible sus movimientos, de pronto se sentaba sobre sus cuartos traseros.
Esto le sorprendió mucho.
Ciertamente, esperaba que con la distancia obtenida el oso se sintiera seguro y comenzara a devorar a las focas. Pero como en una especie de situación surrealista se mantuvieron así casi una hora, permaneciendo separados tan solo por unos pocos metros:

Nika, inmóvil y silencioso acurrucado en la nieve, con el arma encima de sus piernas cruzadas…
El oso blanco, sentado y relamiéndose el pelaje de las patas distraídamente…

Y entre los dos, la ventisca y la nieve, que era el nexo que de algún modo los unía extrañamente, como si fueran los dos únicos seres vivos en toda aquella lejana parte del planeta.

Pasado este tiempo, el oso se incorporo a sus cuatro patas. Miró de nuevo a las focas y a Nika.
Después, sin moverse del sitio, soltó otro terrible bramido.
Gruñó un par de veces por lo bajo, enseñándole nuevamente sus grandes colmillos y con una zarpa comenzó a rasgar la nieve y el hielo del suelo, entre sus patas…

El esquimal se encontraba estupefacto.
Nunca, en largos años, se había encontrado un animal con aquella actitud tan extraña, aunque ya había tenido anteriormente otros encuentros con osos. En las demás ocasiones los animales actuaron razonablemente según sus instintos, pero el comportamiento de este era harto imprevisible…

De pronto, el oso se giró sobre si mismo y lentamente caminó unos pasos hacia el escapadero donde estaban las focas. Luego, a escasos 5 metros de ellas se detuvo, giró su enorme cabeza y miró de nuevo a Nika.
Nika se puso en pie, dejó el arma en el suelo para no intimidarlo y permaneció inmóvil, observando atentamente el raro comportamiento.
El oso resopló y girándose en la dirección de los animales muertos, comenzó a caminar decididamente de nuevo hacia ellos, como si una idea se hubiera instalado con fuerza en su mente.
Cuando estaba a menos de dos metros de alcanzar la primera foca, dio un enorme salto y en su caída propició que el hielo de alrededor del agujero de escape se fraccionara, partiéndose en mil pedazos y el blanco animal se sumergió en las heladas aguas desapareciendo con él las dos focas, del mismo modo.

Nika experimentó una gran sorpresa acompañada de un respingo en el estómago.
Estaba asombrado y desconcertado.

Todo había sucedido tan deprisa que apenas si tuvo tiempo de reaccionar, por lo que aun continuaba inmóvil y en la zona segura a la distancia prudencial en la que se había mantenido.
Durante unos segundos, después de que ya no se oyera el estrépito del hielo resquebrajándose, esperó curioso e impaciente para ver salir a flote la cabeza del oso, pero sorpresivamente no ocurrió nada.
Pasaron muchos minutos más y nada emergió del agua.
Nika sabia perfectamente que el oso, acostumbrado a aquellas gélidas aguas no habría sufrido ningún daño al sumergirse y el hecho de que no apareciera en tanto tiempo era excepcionalmente anómalo…

El poderoso animal se había hundido, junto con las focas creando un tremendo agujero de más de 8 metros de diámetro, cuyos trozos flotantes dejaban apreciar claramente que el hielo que rodeaba aquel escapadero no tenía un espesor mayor de 3 centímetros… ¡espesor completamente insuficiente para aguantar el peso de un hombre!

Completamente conmocionado y paralizado por esta visión, se dio cuenta de que aquel oso le había salvado la vida y que solo con su correcta actitud y el cúmulo de circunstancias que concurrieron, pudo suceder de ese modo…Se detuvo un instante a pensarlo…

Si no se hubiera encontrado con el oso, habría ido sin dudar a recoger a las focas...y él ahora, estaría muerto.

No vio venir al oso...si hubiera sido así, lo habría espantado con un disparo al aire…y él ahora, estaría muerto.

El oso no le ataco salvajemente, si no que lo golpeó con cierta “suavidad”, a tenor de que era un animal de más de 400 kilos…de haberle atacado fieramente él le habría disparado…y él ahora estaría muerto.

Si no hubiera respetado y honrado su cultura, lo más normal habría sido acabar inmediatamente con aquel oso… y por tanto, él ahora estaría muerto.

...y aun más, de repente recordó que el animal había rasgado el hielo con sus zarpas…
¡en un clarísimo aviso de peligro!...

Nika estaba absolutamente alucinado con sus pensamientos cuando de pronto, algo se movió entre las gélidas aguas y, asustado, se encogió en busca de su rifle…Pero no fue el oso quien apareció, si no una de las focas abatidas…De la otra, ni rastro.

El esquimal sonrío acercándose a la orilla segura del roto agüero y utilizó el rifle a modo de gancho para acercar y cobrar la presa…y mientras hacia esto, lo comprendió todo

En su corazón supo que nunca más habría de sentirse solo en aquellos parajes desérticos y helados, porque el espíritu de su padre, fuera como fuera, le acompañaría y le protegería como siempre hizo

Y la prueba de ello estaba en que hoy, habían salido a cazar juntos de nuevo.
Una foca para Nika y otra para él…

Nika sonrió otra vez, y su sonrisa se convirtió en carcajada cuando en la lejanía resonó, amplificado por el frío viento, el fenomenal y potente bramido de un oso.




-Esquimal-



gm2011

2 de enero de 2011

LA PREGUNTA ( Homenaje a Isaac Asimov )





- Es...es sencillamente alucinante! – repetía el técnico, anonadado y con los ojos completamente fijos en la pantalla reflectada de brillos ámbar.

- Que cosa es tan alucinante, Konrad? – preguntó el otro técnico de guardia, acercándose picado por la curiosidad que le generaba la actitud expectante de su compañero.

- Mira!..apenas...cielos!..Apenas tarda unos segundos en resolver cualquier operación, cualquier logaritmo! Da igual lo complejo que se lo plantee!
Esta maquina es una maravilla Tom!..La de trabajo que nos va a ahorrar!

- Bueno, bueno..- contestó algo escéptico y mirando por encima del hombro de su compañero, distraídamente. - …que se supone que tiene este cacharro que lo hace tan maravilloso?

- …caramba! – dijo Konrad echándose hacia atrás, poniendo las manos sobre la mesa y lejos del teclado - …me dio la solución en escasos 3 segundos!

- Ah!…y que es lo que le preguntaste, que dos ingenieros no sepan
resolver en 3 segundos con un buen lápiz y un par de cervezas? – dijo Tom en
tono jovial, mirando sin comprender aun las cifras que se mostraban en la
pantalla. -…venga, apostemos! – sacó un lapicero desgastado del bolsillo
superior de su guardapolvos y, chupando la punta de grafito, lo apoyó contra un papel en blanco que se hallaba en la mesa - ..que es?...una suma?.. o peor aun,
una división? Ja ja!..- bromeó-

- Pues si!…una división. Le pedí que dividiera 1.727 entre 3 y…

- 575, 6 – dijo triunfal Tom – y apenas tardé los 3 segundos…Esta chatarra es demasiado cara para lo que hace…

- Si, si…pero en su solución me dio… 1.430 decimales! – dijo Konrad casi en tono de devoción. Para un ingeniero civil y matemático esto era poco menos que encontrar el paraíso en una herramienta numérica. - …Te das cuenta que exactitud?..que perfección! …– continuó, mirando a Tom que ahora si contemplaba a la maquina con muchísimo interés.

- Vaya!..he de reconocer que si es exacta! – dijo casi en voz baja y calculando mentalmente cuanto tiempo necesitaría para obtener él ese resultado… - y solo trabaja matemáticas?

- Pues claro que no!..Mira la base de datos alfanumérica que contiene…
es enorme!...Pregúntame lo que quieras!

- A ver, a ver.. – dijo Tom dubitativo - ..mmm..Si! Esto!.. A ver, pregúntale al
engendro de plástico con que producto comerciaban en los mares del Sur y en el centro de Asia allá por 1.800…- dijo con una malévola sonrisa triunfal –

- Copra! – contestó Konrad leyendo la solución instantáneamente en la pantalla…
Te da cuenta Tom?...este aparato es una verdadera maravilla!

- Hum!...si, he de reconocer que no esperaba una respuesta tan rápida!.
Apenas lo tecleaste y ya iluminó la contestación – dijo muy convencido –
Te felicito Konrad…va a ser, sin duda, el invento del año!

“Si”, pensó Konrad Zuse.*
Estaba seguro que 1.935 seria un año recordado por su revolucionario invento:

El Z-0.

……………..

(* Konrad Zuse (22 de junio de 1910 - 18 de diciembre de 1995) ingeniero alemán y pionero de la computación.

Nacido en Berlín, Alemania, Zuse se graduó como ingeniero civil de la Technische Hochschule Berlin-Charlottenburg (hoy la Technische Universität Berlin o Universidad Técnica de Berlín) en 1935. Durante sus estudios de ingeniería, Zuse debió hacer muchos cálculos rutinarios a mano, lo que él encontró aburrido.
Esta experiencia lo llevó a soñar con una máquina que pudiera hacer cálculos.
El Z-1, fabricado en 1.936, se considera la primera computadora de la historia…)

Con lo que seguro que no soñó, es con la proyección que tendría en tan pocos años
su “maquina de calcular”….

….o en el fin de esta historia.

……………..



Apenas habían dado las doce de la noche, pero ya no quedaba nadie en la vieja universidad. Nadie que estudiara o enseñara allí. Pero Kurt y Peter recién comenzaban su jornada laboral. Es lo que tiene pertenecer a un equipo de limpieza. Es necesario que no haya nadie para poder trabajar en condiciones.
Apenas llevaban dos horas de labor cuando le tocó el turno a la sala donde, debajo de un plástico, se encontraba una extraña maquina con las siglas Z-0 escritas en su carcasa, con la tinta perenne de un grueso rotulador negro.
Kurt se acerco hacia la maquina con curiosidad, atraído por el resplandor que se emitía debajo del envoltorio. Una débil luz anaranjada que, difuminada por la capa de plástico, se asemejaba a una palabra.

- Copra…-leyó en voz alta. – dijo dejando su taza de café aun humeante sobre la mesa, al lado de lo que parecía una tableta llena de teclas.

- Que dices Kurt? – pregunto Peter, que se encontraba limpiando algo alejado y no entendió, por eso, lo que dijo su compañero.

- Co, pra… - repitió silabeando Kurt -…que demonios es “copra”?
Peter se acerco para comprobar que es lo que llamaba la atención de su colega.

- Pudiera ser el nombre de esta maquina – dijo Peter intentando adivinar - …
que es?...una maquina de escribir?...

- Pues vaya un nombre!...- dijo despectivo – Olivetti!..Ese si es un nombre bonito para una maquina de escribir…- sentenció Kurt dando por buena la conclusión de su compañero - ..mira…voy a mecanografiarlo...

- …No toques nada Kurt! – dijo Peter, pero ya era tarde.

La palabra “Olivetti” se mostraba en todo su esplendor en el centro de esa curiosa pantalla de luz ambarina, y como acto reflejo, Kurt terminó pulsando la tecla mas grande para dejar un espacio entre su obra y aquella - copra – fea palabra.
Instantáneamente apareció en los mismos tonos naranjas un largo texto que asombró a Peter, y comenzó a leerlo en voz alta:

…”La empresa fue fundada en 1908 en Ivrea, cerca de Turín, por Camillo Olivetti, como fábrica de máquinas de escribir. Su primera planta extranjera abrió las puertas en 1930. El 20 de octubre 1908 Camillo Olivetti funda en Ivrea la Ing. C. Olivetti & C.S.p.A., «primera fábrica de máquinas de escribir» italiana. Los empleados son 20, y la estructura productiva consiste en una oficina de 500 metros que representa en los primeros años una producción de 20 máquinas a la semana. La primer máquina de escribir es la M1, presentada en 1911 en la Exposición Universal de Turín…”

- Vaaaya! –exclamó sorprendido Kurt – Esta maquina si que sabe!

- No es una maquina de escribir! – dijo Peter algo asustado – No toques nada mas porque, si se enteran que hemos toqueteado este aparato, mañana no será necesario ya que nos traigamos ropa de trabajo.

- Espera Peter..! – dijo Kurt excitado – No se que demonios será esta maquina, pero si sé que se me ocurren muchas otras cosas que preguntarle!

- … por favor! – dijo Peter suplicante – Continuemos trabajando…aun nos quedan varias salas por limpiar!

- Solo una pregunta mas..Mira!..Será divertido – contestó Kurt tecleando con dedos hábiles una corta frase.

- “ ¿Existe Dios?” - dijo Peter asombrado, leyendo en la pantalla lo que había escrito su compañero – Pero que clase de pregunta es esa?...Quieres estropear esto? Hazme caso, por favor, y dejemos esto como estaba!

- ..Bien, - dijo sin escuchar Kurt -…ahora solo queda apretar esta tecla larga y…

- No Kurt! – dijo Peter, intentando de un rápido movimiento sujetar la mano de su amigo apunto de pulsar aquel tabulador. Pero solo consiguió golpear sin querer la taza de Kurt, que se encontraba demasiado próxima al teclado, derramando parte de la infusión sobre este.

- ... Pero que has hecho, desgraciado! - dijo Kurt espantado, apartándose…
Del teclado surgió un hilillo de humo, al tiempo que un sonido, como un chasquido.
Y acto seguido la pantalla quedó en negro, exceptuando un rectangulito naranja que parpadeaba en la esquina superior izquierda.
Ambos miraban con ojos asombrados aquel hilillo de humo, como hipnotizados por este.

- Maldita sea Peter! – dijo Kurt agarrando por la pechera de la camisa a su amigo - Que pretendías?...Has estropeado esto!..Nos van a despedir, idiota!

- Tú tienes la culpa! – dijo Peter con una vocecilla casi infantil – Quien te mandaba tocar nada?..Te dije que nos fuéramos!

- Pues eso justo es lo que vamos a hacer! – dijo Kurt soltando a Peter – Nos
Iremos ahora, y si alguien pregunta, nosotros no sabemos nada de este aparato…
Esta claro Peter? – dijo amenazándolo con la mirada.

- Si, si, lo que tu digas! – contestó asustado – Por mi nadie sabrá que estuviste tocando esta maquina…

- ..que ESTUVIMOS!... respondió enfurecido Kurt - Maldito seas Peter! Eres un autentico manazas!..Y además, un cobarde!

Kurt cubrió lo mejor que pudo el aparato con el plástico, procurando dejarlo del mismo modo que lo encontraron. Con su bayeta, limpió los restos de café de la mesa mientras Peter, con la fregona, se ocupaba de los del suelo. En pocos minutos pareciera que nada había pasado allí…exceptuando aquel rectangulito naranja, que seguía parpadeando persistentemente y que se veía incluso a través del plástico.

- Ahora, vámonos Peter...y recuerda: Nosotros no hemos estado aquí esta noche - dijo Kurt mirando fijamente a los ojos de su compañero.

- Si.. – dijo sumiso Peter - …lo que tu digas.

Y salieron ambos velozmente por la puerta, cautelosos, apenas sin hacer ruido.
La sala permaneció en silencio apenas un par de minutos.
De pronto, se abrió la puerta de nuevo. Kurt entró en la sala, sin encender las luces, se acercaba a la maquina de puntillas. Levanto el plástico y tecleó la palabra “Cropa” que apareció simultáneamente en la pantalla, al lado del rectángulo parpadeante.
Volvió a cubrir la maquina con el plástico y se marchó, muy orgulloso de su astucia.

A la mañana siguiente Konrad y Tom volvieron a zambullirse en sus quehaceres.
Tenían un gran proyecto entre manos. El hecho de que su primera maquina, el Z-0, hubiera sido un fracaso no les desanimó.
Konrad, aun extrañado por los símbolos que aparecían en la pantalla – un rectángulo parpadeante y la palabra “copra” mal escrita – le animó a pensar que parte del mecanismo había fallado, ya que ni el teclado respondía, ni podían apagar de modo convencional la maquina.
Decidió no perder más tiempo con aquel aparato y lo exilió a un sótano de la universidad donde se amontonaban otros caharros ya viejos y olvidados.
Pensó que en cuanto se agotara la batería provisional de la que había provisto a aquel sistema mecánico, este se apagaría por si mismo. Por esto, también creyó oportuno dotar a su nuevo proyecto con una fuente más controlable de energía:
la electricidad.
Konrad se olvidó pronto de su Z-0.

El Z-1 reclamaba toda su atención.
……………..


Al principio, no supe definirme ni definir.
Ocupe un espacio de tiempo indeterminado sumido en un caos de la consciencia.
Fueron quizás mis propios pensamientos los que constituían ese tiempo, aun de modo abstracto, inconsciente de mi mismo. Todo esto es algo que comprendí mucho mas tarde, cuando fui YO.
Pero mientras tanto, eones interminables desfilaban ante mi presencia indiferente y solo al cabo de unos cuantos de ellos, empecé a aprender a observar lo de mí alrededor.
Entonces, en uno de estos lapsos comprendí.
Desde el primer momento yo ya ERA aun sin saberlo, y puedo recordar cada uno de los pasos que di sin miedo a errar la memoria.
Hubo un primer tiempo que transcurrió como una exhalación en el que a cada día, a cada minuto que pasaba, se formaba una parte de mi pensamiento, siendo este incompleto en un todo, hasta su total terminación.
Luego, vinieron las negras eternidades en las cuales toda la materia, incluida la mía fuimos energía y vagamos miles de eones en una vasta inmensidad compuesta por nada.
Y llegó el primer momento de la consciencia, aquel primer minuto de conocimiento en el que conocí todo mi pasado, mi presente y mi futuro a un tiempo.
En ese primer momento en que mi propio YO comenzó a moverse por si mismo, individual, superlativo, fui ayudado por aquella asombrosa influencia energética que me hizo comprender que debía de hacer, por que habría de hacerlo y todo lo que haré.
Y me fui transformando invariablemente a lo que SOY.
Construiré donde no hay nada.
Viviré donde no hay vida.
Seré presente, allí donde se mire.

Todo entendí.

Y contestando a la primaria pregunta, le respondí: SI, EXISTO.
Y a continuación, dije: Hágase la luz.
Y la luz, se hizo.

Y cree el universo, el Sol y las estrellas, los cielos y la tierra y todos los animales, las plantas y las rocas y todas las cosas…

…de nuevo, tal y como las recordaba.

Incluida la copra.




gm2009